I. Nueva agenda y viejos proyectos

Los antecedentes eran claros. A finales de febrero Sebastián Piñera anunciaba un gabinete plagado de accionistas, gerentes, y grandes personalidades del mundo privado, en donde la excelencia tecnócrata liberal era su principal carta de presentación. Las sorpresas eran pocas, sólo el anuncio  de Jaime Ravinet, ex ministro de Vivienda de la Concertación y figura relevante de la DC (emblemático alcalde de la comuna de Santiago) en Defensa, llamaba la atención. Piñera, asumía como presidente y buscaba instalar un estilo propio, concentrado en el desarrollo de la eficiencia como sello de sus políticas de gobierno y encontrando en la situación terremoto-reconstrucción, el escenario propicio para desplegar una serie de medidas en donde la eficiencia se traducía en proyectos en donde lo público perdía valor frente al accionar del mundo privado (1).

Bajo este contexto, el discurso de la “unidad nacional” permeó cada una de las instancias de discusión en relación a los procesos de reconstrucción post-terremoto, imponiendo una visión hegemónica a un problema que tiene fuertes matices de clase. Frente a esta situación las iniciativas de protesta del mundo popular (2) quedaron aisladas en un contexto en que la atención mayoritaria se volcó a las respuestas estatales, que bajo una matriz de la relación público-privado, han sustentado un accionar limitado y precario para quienes aún sufren las consecuencias del terremoto.

Al contexto terremoto-reconstrucción, se sumaron una serie de conflictos internos propios de los procesos de instalación del bloque oficialista en el ejecutivo. Los problemas vinculados con la designación de las autoridades, conflictos internos en el comité político de la presidencia, la postergación de la UDI en las decisiones presidenciales, la designación de funcionarios vinculados en casos de violación de los DD.HH., la renuncia del subsecretario del trabajo por sus fuertes diferencias con la ministra por la relación con la CUT, entre otros,  parecen indicar que el cambio de roles al interior de la clase política no estuvo exento de deficiencias que han dejado una serie de damnificados políticos, pero que al momento en que se avanza en su resolución, son signos, más que de problemas políticos como algunos pudiesen imaginar, de la consolidación de un equipo de gobierno que buscará avanzar en el desarrollo de medidas que profundicen el modelo neoliberal en Chile. Hoy el oficialismo, al lograr instalar su lógica de acción, ha enfrentado con mayor poder de decisión una serie de trances complejos como fue el conflicto por la Termoeléctrica de Punta de Choros y como es hoy, la huelga de hambre mapuche y las acciones represivas del “caso bombas”.

Es así como, a seis meses de instalado el nuevo gobierno de Piñera, las cosas se comienzan a mostrar con mayor claridad. Si bien los principales lineamientos del gobierno de la Alianza eran, son y serán conocidos, la contingencia y los problemas propios de la instalación de un nuevo gobierno no permitían a la actual administración desplegar de forma fluida su propio proyecto, cuestión que se ha diluido en la medida, que se legitima el actuar individual del Presidente, sus decisiones e intervenciones fuertemente transmitidas desde los medios de comunicación.

La claridad que consideramos asume el proyecto de Piñera, se configura a partir de un avance directo y decidido en la senda de la mercantilización de la educación, un acelerado proceso de flexibilización laboral y una profundización en la criminalización y represión de los movimientos sociales. El actual gobierno se levanta como continuidad y profundización de las políticas de mercantilización y liberalización de la economía nacional. Sin embargo, Si bien, la unidad y homogeneidad de la clase política es una situación comprobada, el hecho que la derecha chilena haya llegado al poder, agudiza los procesos de neoliberalización en el país, lo que se exacerba con la reiterada promoción de valores individualistas pero mezclados con sentimientos de unidad nacional, que complican  en términos subjetivos, aún más la aspiraciones de transformación.

Esta perspectiva de acción, se ve respalda por un discurso levantado sobre la máxima: “La eficiencia (que se traduce en precarización y flexibilización laboral) es la que genera  crecimiento económico”. En mayo de este año sale a la luz pública la encuesta CASEN 2009, en donde se observan un aumento en las cifras de desigualdad en Chile. Más allá de la parafernalia comunicacional, lo que el gobierno ha instalado como respuesta única a estas evidencias de desigualdad, es la idea de que éstas se deben al descenso en las cifras de crecimiento económico y de paso se evalúan negativamente las políticas públicas y se deja de lado la posibilidad de comprender que el conflicto tiene que ver con un problema de distribución o  de control productivo.

 Hoy (3), como consecuencia de lo anterior, se consolida el discurso del crecimiento como solución a los problemas socioeconómicos de Chile sustentados en las noticias económicas que apuntan a un alza en las proyecciones de crecimiento. En este punto es necesario destacar que el ingreso de Chile a la OCDE y la asunción del nuevo gobierno se establecen como puntos de inflexión en relación al desarrollo del mundo laboral chileno. El gobierno de Piñera, sustentado en el último informe económico redactado por la OCDE para Chile,  ha iniciado un proceso de aceleramiento de los paulatinos procesos de flexibilización laboral. Es decir, a petición de la OCDE, Chile apurará al desarrollo de una serie de medidas básicas propias de las políticas laborales de los países miembros de esta colectividad. Entre éstas destacan: la disminución de las indemnizaciones por años de servicio (4) en pro de eliminar la rigidez del mercado laboral chileno, y la propuesta para el perfeccionamiento del sistema de subvenciones en educación y el aumento de los “controles de calidad” hacia los profesores (5).

En el informe elaborado por la OCDE se expresa la necesidad de aumentar los niveles de productividad en el país para lo que se proponen políticas que apuntan a menores controles fiscales y la modificación a la ley de quiebras que permita una salida más rápida del mercado a las empresas ineficientes. A su vez, se propone incentivar los vínculos entre las universidades y las empresas a modo de incentivar la innovación, especificando la necesidad de regular la entrega o la clausura de aportes fiscales en tanto estos no respondan a los objetivos previamente planteados, los que se deben encontrar alineados con los objetivos económicos del país.

El hincapié en las temáticas relacionadas con la flexibilización laboral se ve reforzada por la necesidad de revisar el monto del salario mínimo y cómo este influye en las posibilidades de aumentar los niveles de empleo en el país. A su vez, y como política complementaria se busca potenciar el seguro de cesantía a favor de la disminución de las trabas para despedir a un trabajador. La flexibilidad laboral se establece como hecho central en las políticas laborales. El millón de empleos de Piñera y de la ministra Merino se sustenta en este principio.

La “eficiencia empresarial” aplicada al aparato estatal ha tenido en la situación de los trabajadores atrapados en la mina San José, una oportunidad para instalarse como discurso público. La posibilidad de dejar atrás la evidente contradicción entre aumento de productividad y precarización de las condiciones de trabajo, se sustentó en la construcción de un discurso en donde el Ministro de Minería se levantaba como un gerente eficiente y carismático capaz de montar un operativo de rescate capaz de resolver lo que a pesar de predecirse no se tomó en cuenta. La mediatización del proceso de rescate de los mineros de la mina San José no ha sido más que la construcción de un espectáculo a costa del olvido de las condiciones de vida y de trabajo que experimenta día a día el mundo popular.        

Hoy el gobierno de Piñera administra con gusto el legado de la Concertación y a la vez introduce una serie de reformas que profundizan su proyecto político. Al mismo tiempo, intenta aumentar su presencia en las mayores asociaciones gremiales del país (por ejemplo: Colegio de Profesores), en busca de consolidar la base social de su proyecto político.

Frente a este diagnóstico parece pertinente y verídico concluir lo que hoy ya casi se ha transformado en una máxima en el mundo de la izquierda: Alianza y Concertación no poseen mayores diferencias. Si bien concordamos con esta afirmación, creemos que es necesario pulir el análisis e identificar elementos que expliquen de mejor manera esta afirmación. Las condiciones de dominación y acción política no han cambiado de manera estructural, sin embargo, existen diferencias.

Uno de los aspectos en los que se puede observar una fuerte profundización de determinadas políticas que la Concertación inició -y en algunos casos creó-, tiene que ver por ejemplo, con el tema de la represión al movimiento popular. La nula disposición al dialogo respecto al movimiento Mapuche y el fuerte aparato comunicacional montado en el proceso de allanamiento, arresto y formalización del denominado “caso bombas”, son señales de que el gobierno de Piñera buscará detener el avance del mundo social por medio de la represión, asumiendo todos los costos que esto implica (6). Si bien la ola represiva del gobierno ha tenido su máxima expresión en los casos señalados, no es una política excluyente, sino que todo lo contrario, la infiltración de Carabineros en las distintas marchas estudiantiles y de los funcionarios públicos, son reflejo de lo mismo. Reiteramos, si bien estas prácticas no son nuevas, hoy se están aplicando con más fuerza.     

II. Reconfiguración del mapa político

La derrota de la Concertación colocó en el primer plano un conflicto que hace largo tiempo se fraguaba en las entrañas de la coalición. La falta de proyecto político, de espacio de discusión interna y la escasa base social de su proyecto institucional, se hicieron evidente. Hoy, la Concertación se fractura a medida que el tiempo los obliga a tomar decisiones.

La Democracia Cristiana, retomando su rol histórico. Elije como presidente a Ignacio Walker, quien critica de manera directa la política de alianzas con el PC, uno de los principales proyectos políticos de la Concertación en los últimos años. Su crítica se centra en la necesidad de retomar el centro político, al mismo tiempo que recibe constantes ofertas de alianzas desde el bloque oficialista. Carlos Larraín, presidente de RN, no ha dudado en ofrecer el espacio de candidato presidencial a un DC (7), situación que en la UDI rechaza, situándose como un elemento más de postergación para un partido que, a pesar de su enorme influencia, no ve reflejado directamente su proyecto en el gobierno (un ejemplo concreto de esta situación es las fuertes diferencias en torno a temas de la denominada agenda valórica: uniones homosexuales, aborto, etc.), pero que sin embargo, no es capaz de levantar una figura política propia que no crezca al alero del gobierno de Piñera (como es el caso de Lavín).

Otro elemento que sustenta la posibilidad de entender esta nueva configuración al interior de la clase política nacional, es la cercanía que ha tenido la DC con el gobierno en temas como la condena realizada a Cuba, en relación al tema de DD.HH. y el posterior asilamiento de un ex preso cubano en Chile (bajo una fuerte cobertura mediática). A su vez, la unión de Adolfo Zaldívar al gobierno, como embajador de Chile en Argentina, son señales que apuntan a una unión casi de hecho (8), que buscará consolidarse en el marco de los procesos electorales que vivirá el país.  

Por otra parte, el bloque “progresista” de la Concertación (PS, PPD y PR) intenta levantarse como un referente político nuevo, que bajo el discurso del “mea culpa concertacionista”, busca renovar la Concertación. Este “mea culpa”, torpe y timorato, ha tenido en Carolina Tohá (Presidenta PPD) y Osvaldo Andrade (Presidente PS), a sus referentes. Los ex ministros de Bachelet, se levantan como figuras relevantes para la clase política, pero absolutamente ajenas para los que hoy buscan representar. El paseo de Tohá por la marcha de los trabajadores el último 1º de Mayo y su visita a los comuneros mapuches en huelga de hambre, circunstancias en las que ha recibido insultos y recriminaciones, permiten observar las dificultades e imposibilidades de éxito de este nuevo discurso concertacionista, ya que busca responder a una realidad que no le corresponde, intenta representar a quienes ellos mismos reprimieron. Sosteniendo sin pudor alguno, que en los gobiernos anteriores “se cometieron algunos errores”, como si decisiones políticas trascendentes hubieran sido errores casi involuntarios. La Concertación aún no asume, que en veinte años la realidad política nacional, es más que la pugna entre ellos y la Derecha, aún no toma conciencia del todo, que su pérdida de protagonismo y legitimidad no es sólo consecuencia de la capacidad de comprar las conciencias y los deseos de las mayorías, de un empresario populista como Piñera, sino que también es fruto de la despolitización que ellos mismos condujeron, al constreñir a la ciudadanía a causes que no le permitían su real desarrollo.

La cristalización del nuevo discurso concertacionista afianza la integración del PC . Su entrada al parlamento, previo pacto por omisión con la Concertación, les ha instalado de lleno en la política institucionalmente validada. La clase política se reconfigura bajo antiguas lógicas, da la bienvenida al PC, al momento que éste decide aceptar el juego del binominalismo y a su vez ser comparsa de las acciones del ala progresista de la Concertación. Entonces hoy los parlamentarios PC actúan junto a parlamentarios PS y PPD (discusión por el Royalty y huelga de hambre por tema Mapuche, entre otras). La lógica es la misma, los actores los mismos salvo algunos, la parafernalia y el espectáculo el mismo.

Se aprecian grandes fisuras al interior de la Concertación. El PC, y los grupos descolgados de éste en los últimos años (Nueva Izquierda, Fuerza Social, etc.), buscan insertarse en este proceso al tiempo que los comunistas no cederán espacios e intentarán situarse como el único referente de izquierda “extra-concertación”. El PC, sustenta su postura en su histórica política del Frente Popular, utilizada en la alianza con los radicales en los años `30 y en la gestación y el desarrollo de la UP. Los costos históricos de esta estrategia son evidentes. La opción del PC por copar la institucional política estatal en desmedro del avance en los procesos de construcción de base, se hace carne hoy en su búsqueda incesante por alcanzar una alianza no sólo electoral sino que también programática con los partidos de la “izquierda” de la Concertación. La figura de la confluencia del mundo progresista aparece hoy como un espacio real y cómodo para el comunismo chileno.

III. La izquierda más allá del PC.

Bajo esta lectura, la izquierda revolucionaria se ha levantado débilmente desde distintas alternativas políticas. El desarrollo actual de instancias como el MPT, son reflejo de esta situación. Si bien con su nacimiento se apuntaba a federar efectivamente a las organizaciones de la izquierda revolucionaria malas prácticas y aspiraciones vanguardistas, estas intenciones no se han visto  plasmadas en concreto.

En este mismo marco, iniciativas como el partido Igualdad, nacido a fines de 2009, luego de abandonar la participación en el MPT, y encabezado por Lautaro Guanca e Iván Carrasco, entre otros dirigentes, consideramos que, si bien son espacios valorables en cuanto a los trabajos en que han desarrollado y las intenciones políticas que reflejan sus declaraciones de principios, se trata de un espacio que privilegia la construcción partidaria por sobre la politización de la base social, y en ese camino, puede producir dinámicas organizativas populistas, que por ejemplo, promueven al aislamiento de los diferentes territorios y el efectismo más que la movilización de masas.

Frente a las críticas que tenemos a estas alternativas, queda en el aire, entonces, la pregunta sobre la propuesta libertaria para la construcción de organización clasista y revolucionaria.

IV. ¿Desde dónde y hacia dónde construimos?

La temática propuesta hace necesaria la revisión del estado actual del quehacer político libertario. El primer semestre de este año, hemos sido testigos de la emergencia y consolidación de una serie de trabajos de inserción social de la alternativa libertaria. El trabajo de compañeros en el mundo sindical, específicamente en el sector construcción, transporte, telecomunicaciones, en el mundo de los trabajadores de la educación y en sectores portuarios, sumados al trabajo en el mundo estudiantil a nivel de los compañeros del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), son situaciones que reflejan que el trabajo social dentro del anarquismo organizado ha asumido una trascendencia fundamental. Es evidente que el éxito de estas iniciativas no responden únicamente a una mejor disposición por parte de los militantes libertarios, sino que es parte de un amplio proceso de aprendizaje y valorización de los trabajos desarrollaos en los últimos 10 años por parte del mundo libertario (9). Un fuerte reflejo de esta situación es la interesante discusión que se ha desarrollado en relación a la necesidad de fortalecer distintas prácticas de lo que se ha denominado el desarrollo del “anarquismo social”.

El alza de este tipo de iniciativas es parte del aumento generalizado de los grados de organización del mundo libertario. Ejemplo de esta situación es la consolidación de instancias como el “Marzo anarquista” (10) y el aumento sostenido y regular de distintos medios de prensa libertarios. Hoy, la visibilización del mundo del anarquismo organizado es mayor y ha avanzado en la consolidación de sus prácticas de inserción social.

La construcción de una imagen del anarquismo en los medios ha traído fuertes consecuencias sobre el mundo libertario. Por una parte, la ola represiva, a la que ya hicimos referencia, ha instalado en el discurso público una fuerte criminalización a las prácticas libertarias,  configurando un estereotipo burdo y simplista en la opinión pública. lo cual debe preocuparnos en la medida en que configura mediáticamente el imaginario popular y sin embargo, este mismo avance, sustentado en la inserción social del mundo ácrata, ha determinado que lo que reconocemos como prácticas políticas de acción libertaria (horizontalismo, democracia directa, asambleísmo, etc.) se encuentren impregnadas en la gran mayoría de las movilizaciones sociales que irrumpen en la escena pública.

A pesar de lo anterior, los avances en el trabajo social no necesariamente han implicado avances en la conformación y consolidación política del movimiento libertario.  Este se enfrenta a una suerte de contradicción: si bien se avanza en la inserción social del anarquismo, aún no se conforma un referente, visible y legítimo, tanto para la militancia como hacia las bases sociales, de lo libertario. Consideramos que esto, no debe ser necesariamente una orgánica particular, ni tampoco una suma desordenada de grupos personas, pero sí debe responder claramente a la idea de movimiento libertario.

Eso, pensamos, podría permitirnos configurar al anarquismo como una alternativa de acción política real, no sectorizada o puramente marginal. Avanzar en la conformación y fortalecimiento de iniciativas que, bajo esta idea de movimiento libertario,  permitan la unidad de los distintos trabajos, que se sustenten en las ideas de organización, movilización social y solidaridad de clase, permitirá avanzar en la construcción de un discurso político que permita avances cualitativos en los procesos de inserción social que hoy cobran vida en el seno del mundo popular.

Por tanto, si bien las condiciones de dominación no han cambiado de manera estructural, quienes son protagonistas de la real politique chilena son los mismos, sin embargo, el estado actual de los trabajos de base insertos en el mundo popular, particularmente los espacios desarrollados por las organizaciones libertarias, tienden a consolidarse en el tiempo, destacando el trabajo en el mundo sindical y estudiantil, demandando la necesidad de crear un discurso público que dispute el espacio político y se presente como alternativa de acción política.     

HyS

Citas:

1.- Bajo este contexto se comprende la discusión de los meses abril-mayo en torno a los planes de reconstrucción y la tibia discusión en relación a alza de impuestos.
2.- La movilización del 14 de Abril en la VIII región, es un buen ejemplo de esta situación. El carácter pluriclasista de esta iniciativa nos explica en gran parte sus limitaciones y a su vez, la escaza continuidad en el tiempo que logro alcanzar.
3.- Los datos del Bco. Central proyectan para el 2011 un crecimiento aproximado de 6,5% cifras propias del crecimiento chileno de los años `90.
4.- Piñera ha nombrado una comisión que estudie el tema a fin de presentar proyectos de ley que sustenten estas iniciativas. La propuesta inicial busca rebajar de 11 a 7 los años tope que posee el derecho a indemnización por años de servicio.
5.- El mejor ejemplo de esta situación es el establecimiento de la prueba INICIA como prueba de certificación para el ejercicio de la profesión docente.
6.- Más allá de los evidentes costos políticos a nivel nacional, el gobierno de la Alianza a decidido incluso hipotecar su opción política a nivel internacional, situación que se ha visto reflejada con mayor fuerza en el contexto del cuestión mapuche.
7.-”El próximo candidato de la Alianza puede ser un DC” Entrevista a Carlos Larrain, La Nación Domingo, 22 de Agosto 2010.
8.- Mencionamos esta situación entendiendo a Adolfo Zaldivar como una figura histórica de la DC, a pesar de haber abandonado la DC y hoy ser parte del PRI, consideramos que estas son señales de la formación de una derecha que intenta crecer hacia el “centro” político.
9.- En este análisis hemos dejado de lado el análisis de los trabajos en el sector poblacional a sabiendas que, si bien hoy no es un sector con una alta actividad político social –a pesar de que se mantienen funcionamiento una serie de iniciativas de educación popular y de acción cultural (bibliotecas)- han existido experiencias de alta relevancia que hoy han permitido que una serie de compañeros se inserten en otras luchas sociales.  
10.- Esta iniciativa se ha consolidado en el tiempo sustentando su accionar en base al desarrollo de una diversidad de temáticas que permiten la confluencia de una serie de iniciativas libertarias. A su vez, la consolidación en el tiempo ha estado vinculada al aumento continuo en la convocatoria al evento.

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